Como norma general, los vinos ligeros deben acompañar a platos ligeros, y los vinos con cuerpo se servirán con platos más pesados o con platos de salsa.
Los vinos con acidez suelen combinar muy bien con platos de sabores acidulados, mientras que los suaves van bien con platos suaves, salsas cremosas, sabores agridulces o cocina exótica.
Ingredientes difíciles
Pero también existen platos que son difíciles de casar con el vino, por ejemplo, los aliñados con vinagreta, o las ensaladas, ya que al final el vinagre se acaba imponiendo sobre el vino.
También están los platos que llevan cebolla y ajos, puesto que anulan la sensibilidad del paladar.
Los huevos también desvirtúan el sabor de un buen vino.
Consejos
- Los vinos ligeros precederán a los vinos con cuerpo
- Servir el vino blanco antes que el tinto, y si es al contrario, el tinto debe ser ligero y el blanco estructurado.
- Los vinos jóvenes se servirán antes que los maduros
- Los vinos más finos y elegantes se sirven en último lugar.
- En ambientes calurosos conviene servir vinos ligeros y frescos.
- Si se opta por elegir un único vino en la comida, conviene escoger el que se asocie mejor con el plato principal.